Límites y normas. Autoridad positiva

Tener autoridad, que no autoritarismo, es básico para la educación de nuestro hijo. Debemos marcar límites y objetivos claros que le permitan diferenciar qué está bien y qué está mal, pero uno de los errores más frecuentes es excederse en la tolerancia.

ERRORES MÁS FRECUENTES QUE DEBILITAN Y DISMINUYEN LA AUTORIDAD DE LOS PADRES:

1. La permisividad. El niño, cuando nace, no tiene conciencia de lo que es bueno ni de lo que es malo. Los adultos somos los que hemos de decirle lo que está bien o lo que está mal. El dejar que se ponga de pie encima del sofá porque es pequeño, por miedo a frustrarlo o por comodidad, es el principio de una educación incorrecta. Los niños necesitan referentes y límites para crecer seguros y felices.

2. Ceder después de decir “no”. Nunca se puede negociar el no. Es el error más frecuente. Cuando se vaya a decir no al hijo, hay que pensarlo bien, porque no hay marcha atrás. Si se le dice al niño que hoy no verá la televisión, porque ayer estuvo más tiempo del que debía y no hizo los deberes, no podrá verla aunque te pida de rodillas y por favor con cara de pena, otra oportunidad. En cambio, el “sí”, sí se puede negociar. Si piensas que el niño puede ver la televisión esa tarde, negocia con él qué programa y cuánto tiempo.

3. El autoritarismo: Intentar que el niño haga todo lo que los padres dicen anula su personalidad, crea personas sumisas, sin iniciativa. Es tan negativo como la permisividad.

4. Falta de coherencia. Las reacciones de los padres han de ser dentro de una misma línea. Nuestro estado de ánimo no debe influir en la importancia que se da a los hechos. Si hoy está mal rayar la pared, mañana también. Si el padre dice a su hijo que ha de comer con cubiertos, la madre le ha de apoyar y viceversa. No debe caer en la trampa: «Déjalo que coma como quiera, lo importante es que coma».

5. Gritar. Perder los estribos. Supone un abuso de la fuerza que puede llevar a una humillación y deterioro de la autoestima. El niño termina acostumbrándose a los gritos y cada vez hace menos caso.

6. No cumplir las promesas ni las amenazas. Cada promesa o amenaza no cumplida es una perdida de autoridad. Las promesas y amenazas deben ser realistas – fáciles de aplicar. Un día sin tele o sin salir, es posible. Un mes es imposible.

7. No escuchar. Muchos padres se quejan de que sus hijos no los escuchan. Y el problema es que ellos no se han parado a escuchar a sus hijos.

8. Exigir éxitos inmediatos. Con frecuencia, los padres tienen poca paciencia con sus hijos. Querrían que fueran los mejores… ¡ya!. Con los hijos olvidan que nadie ha nacido enseñado y todo requiere un periodo de aprendizaje con sus correspondientes errores.

ACTUACIONES PARA TENER UNA AUTORIDAD POSITIVA ANTE LOS HIJOS

1. Tener unos objetivos claros de lo que pretendemos. Estos objetivos han de ser pocos y compartidos por la pareja. Requieren tiempo de comentario, a veces, papel y lápiz para precisarlos. Además deben revisarse.

2. Enseñar con claridad cosas concretas. No vale decir «sé bueno», «pórtate bien» o «come bien». Estas instrucciones no le dicen nada. Hay que dar con cariño instrucciones concretas, por ejemplo cómo se coge el tenedor y el cuchillo.

3. Dar tiempo de aprendizaje. Una vez hemos dado las instrucciones concretas y claras, las primeras veces que las pone en práctica, necesita atención y apoyo. Son cosas nuevas para él y requiere un tiempo y una práctica guiada.

4. Valorar siempre sus intentos y sus esfuerzos por mejorar, resaltando lo que hace bien. Pensemos que lo que le sale mal no es por fastidiarnos, sino porque está en proceso de aprendizaje.

5. Dar ejemplo. Sin coherencia entre las palabras y los hechos no conseguiremos nada de los hijos; al contrario, les confundiremos y les defraudaremos. Los padres no puede pedir a su hijo que haga la cama si ellos no la hace nunca.

6. Confiar en nuestro hijo. La autoridad positiva supone que el niño tenga confianza en los padres. Es difícil que esto ocurra si el padre no da ejemplo.

7. Actuar y huir de los discursos. Una vez que el niño tiene claro cual ha de ser su actuación, es contraproducente invertir el tiempo en discursos para convencerlo. Una vez que el niño ya sabe qué ha de hacer, y no lo hace, actúe consecuentemente y aumentará su autoridad.

8. Reconocer los errores propios. Nadie es perfecto, los padres tampoco. El reconocimiento de un error por parte de los padres da seguridad y tranquilidad al niño y le anima a tomar decisiones aunque se pueda equivocar.

El amor supone tomar decisiones que a veces son dolorosas, a corto plazo, para los padres y para los hijos, pero que después son valoradas de tal manera que dejan un bienestar en hijos y padres. El sentido común es lo que hace que se aplique la técnica adecuada en el momento preciso y el que nos dice que no debemos matar moscas a cañonazos ni leones con tirachinas”.
Pablo Pascual Sorribas
Maestro, licenciado en Historia y logopeda