Tolerancia a la frustración

Se define la frustración como el efecto que se produce en la persona cuando se le priva de algo que esperaba. Es considerado como un sentimiento desagradable para la persona, debido a que sus expectativas u objetivos no se han alcanzado de la manera esperada.
Forma parte del desarrollo humano y los niños han de ir aprendiendo poco a poco a afrontarla, superarla y tolerarla, es decir, deben aprender a ser capaces de enfrentarse a los problemas que les van surgiendo a pesar de las dificultades, imprevistos y molestias que puedan aparecer por el camino. Es necesario insistir en que se puede y debe enseñar a los niños a tolerar este sentimiento.
Desde pequeños han de comenzar a reconocer y gestionar sus sentimientos y emociones y lo que el adulto haga ante tales sentimientos es fundamental en su aprendizaje. Si el niño nunca ha visto sus deseos truncados no conocerá esta sensación y por lo tanto, no podrá aprender a manejarla. Cuando la frustración aparezca en el niño (mediante rabietas, enfados, tristeza…) no es conveniente que el adulto lo evite, ya que solo conociéndolo pueden aprender a tolerarlo.
Aspectos a tener en cuenta para ayudar a los niños a aprender a manejar la frustración:
• Las normas y límites son necesarios, existen en todas las sociedades y los niños han de aprender a respetarlas. Es importante asegurarnos que el niño las conoce y las tiene claras (es bueno que sepa lo que se espera de él).
• Es necesario que el niño admita un “no” como respuesta, no todo se puede conseguir en el momento deseado y en ocasiones, tenemos que posponer la satisfacción o incluso aceptar que no podemos tener algo.
• Si la frustración aparece en forma de rabieta hemos de tratar de no ceder ante las mismas. Si el niño aprende que sus rabietas solucionan sus problemas (le hacen obtener lo que busca y desea) volverá a utilizarlas para alcanzar lo que quiere.
• Utilizar el lenguaje, a través de este podemos enseñarle a entender lo que le está pasando, de dónde viene su tristeza o enfado y aprovechar para explicarle que no todo puede alcanzarlo en el momento deseado; ha de diferenciar entre deseos y necesidades.
• Cada momento vivido es momento de aprendizaje. Cuando todo ha vuelto a la “normalidad” reflexiona con él: qué ha ocurrido, cómo se puede evitar, qué se puede hacer cuando vuelva a pasar, etc.
• Proporciónale herramientas, enséñale a relajarse en los momentos de tensión.
• Ten claro que la frustración es inevitable en la vida y que si no aprende a manejarla desde pequeño tendrá que hacerlo de adulto y le resultará más costoso.
• Acompáñalo. Ayuda y enseña al niño a conocer sus sentimientos y emociones. Márcale metas diarias, refuerza sus logros y enséñale a pedir ayuda cuando la necesite.
Además de todo esto, es necesario tener en cuenta que los adultos somos su ejemplo, de hecho gran parte de los conocimientos de los niños son adquiridos por observación. Si el niño ve que un adulto se deja llevar por el enfado, él imitará tal conducta. No podemos olvidarnos que somos un modelo para ellos, lo que nosotros hagamos ante las adversidades será lo que ellos tiendan a imitar.
El clima familiar es muy importante en su proceso de aprendizaje, la interacción que se produce en el ambiente familiar es crucial para que los niños aprendan a tolerar la frustración. Es importante evitar los extremos, ni padres permisivos que complacen todas las peticiones de los niños, ni padres autoritarios que no satisfacen ninguna, la clave reside en buscar el punto medio.
En el aprendizaje, no todos los niños seguirán el mismo camino, cada niño tiene un carácter y temperamento específico por lo que afrontarán las situaciones de manera diferente. El autoconocimiento de sus emociones es un pilar básico para poder crecer y convertirse en adultos emocionalmente sanos. En muchos casos, escuchar, darles cariño y tratar de comprender a nuestros hijos es la mejor estrategia.